jueves, 26 de enero de 2012

Film mudo

En la ruta que lleva hacia la antigua ciudad de Soberbia:
Un grupo de autos modernos desgasta el camino. En uno de ellos un individuo de apariencia melancólica saca un brazo por la ventanilla desde el asiento del acompañante mientras fuma un cigarrillo. Por el costado pasan repentinamente mujeres seductoras que lo miran con deseo, pero al no mantener pareja la velocidad, lo superan y se alejan por la ruta. El hombre mira a su amigo, el conductor, como diciéndole: "Seguilas". Y mientras ponen un disco cualquiera en el reproductor, las persiguen. El auto que lleva a las mujeres se escapa. Los dos coches no están lejos de los muros de Soberbia cuando vuelven a quedar a la misma altura. La mujer que maneja da a entender con signos graciosos que pretende encontrarlos más adelante, dentro de la ciudad, pero los hombres, sorprendidos, hacen notar que su intención nunca fue entrar en semejante población. Las dos mujeres ríen, no ofrecen alternativa y cruzan a toda velocidad la frontera de Soberbia.
Los hombres, para sorpresa del espectador, dan la vuelta completa y se alejan por la ruta en dirección contraria.
Unos kilómetros más adelante, la misma escena, pero el auto y las mujeres son distintas. Los dos amigos piensan que la próxima ciudad puede ser favorable a sus intenciones y deciden perseguirlas. Festejan anticipadamente por la que puede ser una noche de borrachera y lujuria, pero un cartel infame les corta la alegría poco tiempo después:
"A 4km. ciudad de Soberbia "
La cámara filma todo esto desde una torre ubicada sobre los muros de la primera Soberbia.
Los hombres, confundidos, dan la vuelta y continúan en la ruta. Unos minutos después deciden dar otra vez la vuelta y entrar en la segunda Soberbia. Encuentran a las mujeres en un bar. Se acomodan en la  mesa para estimularlas pero sienten que la conversación se les hace complicada; las mujeres, de hecho, los desprecian.
Pensando que un golpe de mala suerte lo puede tener cualquiera, van al único hotel que hay en el pueblo con la intención de pasar la noche y al día siguiente seguir camino, pero no consiguen habitación. Por suerte, el encargado, que resulta ser extremadamente amable, les da un papel con la dirección de una casa famosa por su calidez humana. Llegan, ya sobre la medianoche, al destino pretendido. Hablan con el dueño de la casa y le explican su situación tambaleante. El hombre los escucha atentamente y se lamenta, porque acaba de hospedar en el único cuarto extra de su casa a dos jóvenes mujeres.
Entonces deciden dormir en el auto. Salen a la ruta apenas nace la mañana. En la puerta de la ciudad un personaje les advierte que el camino está en mal estado y que el paso es prácticamente imposible. Los hombres son cuidadosos y no pretenden correr ningún riesgo: van a tener que permanecer en el pueblo. Horas más tarde, mientras almuerzan en el mismo bar de la noche anterior, se cruzan otra vez con las negadas mujeres, a las que intentan otra vez acercarse, ya más por aburrimiento que otra cosa. Las mujeres, casi ofendidas, se niegan. Dicen: "Nos gusta ser perseguidas, pero tampoco tanto. Mientras estaban en la ruta parecían seductores, pero ahora que muestran sus intenciones los encontramos despreciables."
Los hombres se ríen y les dan a entender que están confundidas, que lo único que quieren es relacionarse con alguien porque están varados en el pueblo. Les responden: "Ese cuento ya lo escuchamos muchas veces. Déjennos solas."
En la ciudad de Soberbia te esperan mujeres hermosas que no saben lo que quieren.
Los dos amigos se quedan un tiempo en el pueblo: piensan que va a ser mucho más placentero -cuando la ruta sea reparada por los obreros de la antigua Soberbia- mantenerse indefinida y sensatamente en el camino.

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