a) Hace varios años que X., mientras se escapa la tarde,
proyecta películas en un bar para el que trabaja, sin que este sea el motivo
por el que lo contratan. La elección de títulos que hace varía entre los films
que facilitan la existencia de una Historia del Cine y otros más descartables
que permiten que exista también una Historia Marginal del Cine. Desde las
primeras funciones hay una persona que ve todas sus películas, todos los
martes, litúrgicamente. Él no la conoce ya que por motivos impostergables tiene
que irse apenas empieza la función, o incluso antes. Pero sabe por sus compañeros que tiene un
fiel seguidor de sus ciclos. Hoy, después de seis años seguidos en la
proyección de películas, X. se dispone a preparar la que será su última
función. Le avisan que el personaje unánime es ciego. La película le parece
intrascendente.
b) Z. llega a un pueblo boliviano con un libro de policiales
bajo el brazo. Ese refugio del mundo no conoce los asesinatos, ni los robos, ni
los escándalos. Humanitariamente, Z. lee semanalmente esas historias a los
chicos y los ancianos del pueblo. Locos, fascinados, ellos reciben los casos con
voluntad caníbal. El paso de los meses hace que algunos iniciados imiten las
narraciones de Z. Comienzan los robos; se instalan las comisarías. Comienzan
los asesinatos; aparecen los primeros detectives.
c) H. trabaja como periodista para un diario amarillo. Una
noche lo llaman para cubrir la toma del edificio psiquiátrico de la ciudad. El
caso es este: los locos, cansados de sufrir la falta de gas, la alimentación
carcelaria, el trato esquizoide, despacharon a los enfermeros y mandaron a los
psiquiatras y los psicólogos bien lejos, por motivos de salud mental. Ganaron
el edificio. Cuando H. llega al lugar de los hechos ve a su mellizo coordinando los relevos de guardia, los
planes a futuro, los modos de comunicar la historia.
d) K. es agrimensor. Certifica medidas de terrenos en la
pampa húmeda. Por encargo, viaja a tal chacra o tal campito para asegurarle a
su cliente que el título que se dispone a adquirir se corresponde con la
realidad. K. utiliza varias técnicas que nosotros calificaríamos de anticuadas.
Pero hace el trabajo. Es tan valorado por sus colegas y sus clientes que un día
decide abandonar el oficio. Golpea los portales del suicidio. No le responden.
e) E. es pura dinamita y fiesta y desarreglo. Trabaja en un
cabaret en el que se desnudan animales.
f) A. es un
internauta especializado en consumir crítica literaria. Amante de las lecturas
del Dr. Johnson y de Daniel Link, imprime textos y textos y textos que analizan
libros que él nunca lee. Se encuentra por casualidad con una página que tiene
supuestas críticas anónimas del S XVIII sobre la obra de William Shakespeare.
Esas obras no están escritas y él comienza a darles forma. Esa noche el Dr. Johnson, mientras bebe un
trago de oro en una copa de vino, se le aparece en sueños y le dice: “No contribuyas
a parir el canon occidental.” A. no le hace caso y se convierte en fumigador de
su propia plaga.
g) L. es una señorita llena de esperanzas en el mundo. Cree
en la justicia, en el matrimonio y en la biología. Ocupa la mayor parte de su
tiempo en aprobar sus estudios universitarios y en especular sobre el futuro de
las series norteamericanas, a las que es adicta. Una tarde en la que su
televisor no responde descubre los crepúsculos de la masturbación. Como el
idiota que cede ante el espejismo, se tiraniza. Por un sentimiento de culpa, en
las tardes subsiguientes no hace otra cosa que acomodarse frente al
televisor. Ya no busca la Cara de Dios:
un título en la pared de su cuarto reemplaza la visión del bien, la formación
del mal.
h) B. es un boludo de cualidades astronómicas. Saqueado por
mosquitos que le hacen análisis de sangre, golpeado por vientos que trabajan
confabulados con el envejecimiento, arruinado por drogas que revitalizan la
voluntad de querer ser suicidado por la sociedad, se fabrica alrededor de sí
mismo una muralla de disconformidades todos los lunes, miércoles y viernes. Los
martes y jueves mueve de lugar los ladrillos. Los fines de semana descansa.
i) La tradición especular por la cual U. se refleja en los vidrios
de los corredores comerciales proviene de la física y la ciencia óptica.
Enojado con su esplendor, U. se prende fuego en una peatonal, esperando llamar
la atención de los paseantes fugaces.
Pero la fugacidad se adueña de su propio incendio y el espectáculo ni
siquiera se ve espejado. Los bomberos llegan para apagar un foco de luz que
entró en cortocircuito.
j) F. es un traficante de medicamentos vencidos que trabaja
para la mafia ecuatoriana en la ciudad más importante de Argentina. Desconoce
quién es su jefe pero sabe con exactitud por cuánta plata trabaja. Reconoce que
su oficio es ilegal y que las posibilidades de ascender son mínimas. Una mañana
cae enfermo y un amigo suyo le lleva algunas medicinas a su cuarto. Su amigo
era también su colega, le dicen en las puertas del jardín botánico.
k) La postulación de un universo paralelo es una idea que ya
no ocupa a nuestros metafísicos, hoy que ellos están tan en desacuerdo con
nosotros.” Con estas palabras N. anunció su alejamiento del mundo intelectual y
su frotamiento erótico con el mundo de la pobreza y el misticismo.
l) T. es un personaje típico. Produjo todas las condiciones
necesarias para que lo llamen el cornudo de sí mismo. Habiéndose metido con la
mujer de un amigo, el resto de sus compañeros organizó un plan silencioso para
devolverle la cortesía por turnos. Lo tratan con respeto y hacen que se sienta
seguro. Un estudio ornitológico lo califica de plumífero.
m) S. es un animal de zoológico. Tiene un puesto elevado en
una empresa importante: su esclavitud es compleja. Se lleva problemas de
trabajo a las temporadas oníricas y durante sus supuestas vacaciones no hace
más que pensar en sí mismo, sabiendo que toda su persona no es más que su
trabajo. Lleva este inconveniente al Ministerio, exigiendo una solución,
entendamos por esto una especie de reintegro. Un secretario le promete que le
pagarán sus horas de sueño como horas de empleo directo. La medida se planea
retroactiva a treinta años. S. tiene cincuenta y tres. Entiende dos cosas: su
vida es pobre; su sueño, rico.
o) La tradición tranquila de traficar tratados, nuestra
afición a afinar filosofías, nuestra procedencia de la prostitución prominente,
la tendencia tensionante a tender tentáculos; la carburación casi carbónica de
los cariacontecidos, la generación espontánea de malestares hipnóticos, la
visceral consideración hacia nuestros bisabuelos postizos; la facultad para
facturar con facilismo, la voluntad de violar en plan velado; la periodización
trashumante de las perforaciones permanentes; la humillación del corpus más
humilde meditada por el doceavo círculo de nuestros humanistas; la deformación
de Delfos en un oráculo difuso, financiero, indiferente; la postulación de
poleas para sexualizar los postes; nuestra sinceridad sintáctica para
sensibilizar facsímiles; la reproducción automática de los deseos descargados
en cadena, la clonación de la erótica o la afirmación de la mentira como método
de supervivencia; cosas como estas hacían que O. se sonriera al menos dos veces
al día.
p) A’. es empleado público. Recibe el caso de una herencia
medio oscura. Busca contactar al beneficiado pero se le hace imposible
ubicarlo. Después de dos años realiza una maniobra para quedarse con la
herencia, que incluye una casa en Chascomús, un depósito de 230.000 pesos y un
perro con lepra. En el momento de su
vejez, ya retirado, acomodado por una jubilación falsificada, un empleado
público le hace llegar a A’. la noticia
de una herencia que incluye un depósito de 230.000 pesos, un perro muerto y una
casa en Chascomús a su nombre. El empleado, con ritmo de taquigrafía, agrega
que en los papeles de la herencia se encontró la siguiente nota aclaratoria:
“La herencia está maldita. La ambición va a destruir al beneficiado. Aconsejo
que los bienes sean cedidos al Estado o
a una organización filantrópica. Un curso legal atípico me obliga a dejar a un
particular todo mi patrimonio. A ese mismo le ruego que evada esta carga.” A’.
desprecia la advertencia y continúa con su vida. Llega la hora de su muerte. La
maldición nunca aparece.
q) Consultando los tomos de Pitágoras, del Upanishad, del
Bhágavad-Guitá y las doctrinas de Federico Nietzsche, Y. supone que Romeo y
Julieta volverán a enamorarse. Ideas como esta le advierten que la literatura
no siempre trae cosas nuevas.
r) Un director de cine realiza un documental sobre algunos hechos
que le parecen desagradables. Poco tiempo después su vida se vuelve
desagradable. Alguien le ofrece hacer un documental que mezcle su biografía con
una historia desagradable.
s) M. es contratada por el gobierno de Xanadú para construir
una ciudad magnánima. Las autoridades de Xanadú ponen a disposición de M. el
Tesoro Nacional, mano de obra en cantidades prácticamente infinitas, materiales
de todo el orbe y un terreno lo suficientemente extenso como para poder
planificar incluso los suburbios de las periferias. M. comienza el trazado
articulando los límites: un río de agua dulce, una autopista para altas
velocidades, una muralla para separar la civilización de la basura. Proyecta
10.200.000 casas dispuestas en 1.320.000 manzanas cuyo perímetro nunca es
equivalente. Al momento de comenzar las obras, M. cae gravemente enferma y
muere. La ciudad que soñaba es construida. El nuevo arquitecto agrega al plan
inicial una parte importante de la ciudad que M. no había tenido en cuenta: el
cementerio.
t) V. es una mujer tan linda. Sabe que en nuestro tiempo
todos leen demasiado como para ser sabios y que todos piensan demasiado como
para ser hermosos. La imagen del futuro me devuelve un proverbio persa que
dice: “No maltratarás a una mujer ni con el pétalo de una rosa”. Todas las
noches, antes de hundirse en la caravana inconciente, Imagina que el amor la
hace.
u) G. viaja durante largo tiempo hacia países exóticos.
Conoce fábricas, iglesias, organizaciones, gobiernos. Conoce la mentira, la
soledad, la intolerancia. Cuando vuelve a su tierra ya no es el mismo: la
sensación de corrupción lo copula.
v) L. es un albañil pobre. Participa de una organización que
promete hacer prosperar su barrio y a largo plazo el país entero. Un día es
capturado por personajes armados. Su familia no sabe nada de él por casi tres
años. L. Permanece en un centro clandestino donde es torturado, silenciado,
minimizado, sodomizado y alimentado. Lo liberan. Treinta años después declara
en un juicio importante. http://www.youtube.com/watch?v=FO0cEaSZCVQ&feature=player_embedded
La justicia propone cadena perpetua para el organizador del
secuestro de L., quien días después vuelve a ser secuestrado. Hasta el día de hoy
desconocemos su paradero. Si el hijo de L. se convierte en policía es un asunto
que a X. no le importa.
x) W. es un nene de tres años prácticamente mudo. Una tarde
llega del jardín de infantes y contemplando a su hermana, que se dispone a
tragar una aspirina, dice: “El deseo de tomar medicamentos es una de las
cualidades que distingue a los humanos del resto de los seres vivos.” W. vuelve
a hablar recién tres meses más tarde.
z) Horas antes de ir a su trabajo, que comienza después del
mediodía, B’. visita la Biblioteca, Según las reglas del edificio, se le
permite tener bajo su custodia tres libros distintos siempre que hayan sido
editados luego de 1925. Puede consultar diccionarios y enciclopedias
libremente. Pero el grueso de los libros lo manejan los secretarios y sólo
aparecen en la sala gracias a un mecanismo de transporte que une el subsuelo
-que es a la vez el depósito- con la sala de lectura. B’ anota que la cantidad
de volúmenes de Shakespeare -563- en la Biblioteca supera la de Borges -557- y
que eso no es muy loco teniendo en cuenta las cualidades inglesas. Un día B’
decide trabajar para la Biblioteca. Consigue el puesto y se instala en el
subsuelo. Al poco tiempo renuncia. Nosotros renunciamos al porqué.
Lo ordinario
g) Internado en la Amazonia peruana, H. realiza trabajos
chamánicos que contemplan el uso de Ayahuasca, la meditación instrumental, los
masajes en forma de mandala y la introspección medicinal. Una noche, mientras
consume el humo que sus ancestros ya exhalaron, se ve a sí mismo en una barca
dirigida por dos indios del color del carbono. Cuando el curso del viaje se
hace manso y H. comienza a hundirse en un placer sin tiempo, escucha una voz
lejana que le canta al oído: “Si se ven navegando en un bote hermoso rodeado
del bosque del día, tírense al agua. Esos barqueros los llevan hacia regiones
de las que no conocemos regreso posible.” H. se lanza al río y nada
desesperado. Vuelve a casa dentro del cuerpo de una serpiente marina, cuya piel
traslúcida le permite apreciar las maravillas de los ríos subterráneos de
nuestra América.
Lo extraordinario
g) R. recibe pedidos de Habeas Corpus en un juzgado federal.
De setenta y cinco casos que se le presentan, rechaza treinta, archiva
veintiséis y da curso a diecinueve. Su trabajo es automático, aleatorio: casi
no revisa los expedientes. No nos puede sorprender que cajonee un Habeas Corpus
sobre su hermana, a la que finalmente nunca conoce.
La narración de la historia
En un Congreso de Literatura en el que tuvieron voz los
muertos, F. declara lo siguiente:
“La américa hispano-portuguesa necesita su Walt Whitman.
Toda articulación territorial necesita de un canto, un poema, una epopeya para
que su nacimiento sea más sensato y se afiance tanto en los sueños privados
como en los públicos.
Conozco la intención de T. de hacer unas Mil y Una Noches americanas, donde Scheherezade sea una cholita y el Rey sea un traficante de cocaína sumergido en la selva colombiana. Pero eso no es suficiente para nosotros. América necesita otro Walt Whitman.”
Conozco la intención de T. de hacer unas Mil y Una Noches americanas, donde Scheherezade sea una cholita y el Rey sea un traficante de cocaína sumergido en la selva colombiana. Pero eso no es suficiente para nosotros. América necesita otro Walt Whitman.”
El auditorio de ese testimonio era escaso como quien dice
dos personas. Se hizo en un aula lateral del edificio menos convulsionado del
Congreso, que tenía sedes en varias zonas de la ciudad. Salvo X., nadie
registró estos dichos.
Las historias
extraordinarias según X.
b) Fueron quince los años que tardó H. en construir el reloj
más lúcido del mundo. Decimos lúcido y
no lucido porque, desde la torre más alta, reflejaba no sólo el tiempo que se
escapa, sino también los deseos y los miedos de quien en él mirase las agujas
que dan la hora. Este instrumento era tan complejo, su factura tan monumental,
su apariencia tan envidiable, que el gobernador de la ciudad ordenó a dos
comerciantes que recompensaran a H. por semejante maravilla. El gobernador,
celoso de la fama y el esplendor que le otorgaba al pueblo un reloj tan
característico en la carga de su paisaje no quería que H. pudiera repetir la
obra en ninguna otra parte del mundo: su recompensa para el hacedor fue la
ceguera. Cuando ya no pudo ver, sus ojos flotando en un balde a sangre y agua,
H. se dirigió, ayudado por su hijo, a la torre donde se encontraba el reloj.
Dándole instrucciones precisas como fractales matemáticos, descompusieron el
artefacto, el viejo con indicaciones, el chico con sus manos. Y aunque la vida
seguía cabalgando en la ciudad sin nombre, el dador de horas permaneció inmóvil
en la más alta torre. Relojeros de todo el mundo, por orden del
gobernador, viajaron primero para
apreciar y después para intentar arreglar ese don del tiempo. Pasó el primer
año y con él doscientos relojeros de los cinco continentes que habían fracasado
en la tarea. Intervinieron físicos, químicos y hasta filósofos en busca de la
solución al desperfecto y de la recompensa prometida por el gobernador. La casa
de H. fue saqueada en busca de planos, de archivos, de memorias que
contemplasen fallas. H. fue primero interrogado, más tarde torturado. Lo
amenazaron con prender fuego a su familia, con asesinar a una persona de la
ciudad por cada día que se resistiera a hablar. Tardaron un mes, treinta
muertos, en notar que H. se había cortado la lengua.
Años después de su muerte, en una casa que había pertenecido
al hermano de H., se encontró una copia en miniatura del otro reloj que todavía
hoy gasta su sueño bruto en la torre. Al lado del reloj en miniatura, cuentan
los testigos, dos esferas gelatinosas hablaban un lenguaje sin misterios: eran
los ojos de H.
V) Un escritor, que la crítica literaria llamó K., recibió
el premio más importante que puede recibir un escritor importante. Para jugar
con todos sus admiradores, ese mismo año K. dejó de publicar libros bajo su
nombre y empezó a usar un seudónimo que sólo conocían su hermana y su amante.
Esos títulos fueron despreciados y ese autor suplente no conoció más fama que
la que dan las ferias de usados. El renovador, según la crítica, se retiró en
silencio; la verdad es que en diez años había publicado más de veinte libros.
Libros que él consideraba menores, pero también sus obras maestras.
f) En la noche de bodas, C. le dice a su esposa: “Tengo que
decirte algo: soy virgen”, a lo que la mujer responde: “Yo tampoco”.
o) El día 6 de agosto de 1993, T. dice en una reunión de
amigos: “La otra noche le pedí prestado un grabador a M., y la curiosidad me
pudo y escuché los audios de sus entrevistas. El tema es que había una muy rara
en la que parecía estar o hablando con sí mismo, o entrevistando a una persona que lo conocía muy bien, porque
cuando le pregunta “¿Qué sentís cuando recordás los días de tu infancia?” el
otro no le responde.
Lo ordinario
Y) Cada fin de año, mientras sus amigas hundían la cara en
copas de alcohol peligroso, P., para recordar a todos la fugacidad de la vida,
les mostraba una calavera humana y les hablaba sobre la descomposición y sobre
la celebración de la muerte.
Lo intra-ordinario
z) En una entrada del blogspot de X. se lee: “Estando yo en la ciudad siria de Alepo
(nombre que en árabe significa leche fresca) mi amigo Abu abd-Allah Muhammed
el-Gahshigar -mientras caminábamos tomados de la mano por la terraza de su domo
y disfrutábamos de la última hora de la tarde contemplando el declive de actividades
en el zoco- me decía con su voz fresca:
"Los fumadores de hachís están corrompiendo con su
pereza el correcto funcionamiento del mercado, situación desagradable para
comerciantes como yo e incluso para el mismísimo sultán, quien espera de estos
negocios un tributo anual que supera por diez veces los cien mil dinares de
oro. Dedicados a la ensoñación, esos brutos entorpecen el libre comercio y
promueven la vida quieta bajo el sol augur del Ramadán. Preveo con tristeza que
este año los trescientos eunucos del califa golpearán y derribarán las puertas
de los vendedores de pescado y de piedras preciosas y de dulces y de telas,
saqueando los puestos y apoderándose a la fuerza de lo convenido entre las
partes. Los deudores serán ejecutados en la plaza pública y serán apedreados
hasta que la sangre nos bañe el rostro, según recomienda el Libro de los
Libros. Mi intención es esperar que el disco de la luna complete su ciclo para
poder así despachar a los ociosos y enviarlos en caravana hacia Bagdad, ciudad
de los delirios. Esa será su salvación y también la nuestra, ¡oh extranjero!
Por otro lado, quisiera que mañana me acompañaras al hamman, donde me cité con
los altos comerciantes que participarán en esta empresa." Yo contesté:
"Oír es obedecer". Esa misma noche Muhammed el-Gahshigar quiso que me
desposara con una de sus esclavas como agradecimiento anticipado por mis
futuros servicios. La oferta me pareció excesiva y además no sabía cómo iría yo
a ayudarlo en semejante obra, pero terminé aceptando. La muchacha era dulce
como el melón, su cuerpo más liviano que una hoja de primavera y su belleza
superaba la de la luna espejada en un mar de oro. Luego de los rituales que
caben en la fórmula llegué a la habitación donde me recibiría mi nueva esposa.
Y al abrir las dos puertas de la cámara de los placeres, la vi, graciosa como
olvidarse del tiempo, bailando y dando saltitos, envuelta en trajes delicados,
bañada en aceite de argán y perfumada según la usanza de las mujeres sirias.
Después que la hube penetrado con mi zib unas diez mil veces, entre risas de
los dos, pidió más. Excitado y sin que mi nuevo tesoro lo sospechase, repetí la
operación en número exacto. Ya cansados y mirándonos a los ojos, mientras ella
jugaba con sus pequeñas manos sobre mi pecho desnudo, conversamos. Con infinito
agrado comprobé que conocía los tratados de Astronomía más complejos y que era
adicta a la doctrina de los Siete Sabios. Como si esto fuera poco, recitaba a
los poetas famosos con técnica insuperable; así sus labios me hicieron olvidar
durante una noche completa los dolores del mundo. Cuando amaneció, fue
discreta, y calló.
El día siguiente no fue menos feliz. Abrí los ojos y mi
esposa ya no estaba, por lo que me levanté calmo y me dispuse a encontrarme con
Abu abd-Allah en el baño Yalgamma, salón cuya fama en el mundo árabe es similar
a la que ostenta el Coliseo romano en el mundo Occidental. Desayuné según mi
capricho durante una hora. Después me enteraron que mi amigo había dado la
tarde anterior algunas órdenes precisas a sus esclavos, por lo que fui
escoltado hasta el hamman por quince negros del color de la más turbia noche y
quince mujeres que prefiguraban la dicha del Paraíso. Entonces yo grité,
mientras cruzaba la ciudad montado en un caballo blanco cubierto de pedrerías
sublimes: "¡Oh, Rey del Tiempo, delicado comerciante, compañero exquisito,
que la paz de Alá y del profeta Mahoma esté con tu persona y que la noche
última nunca gane la gloria de tus ojos fieles!" agradeciendo al cielo de
esta forma exagerada el trato de mi amigo.
Ya en el hamman, unos masajistas nos acomodaron. La reunión
tenía entre los presentes a los comerciantes más destacados del zoco, cuyas
fortunas y esclavos juntos no caberían en toda la amable extensión del
territorio griego. Y hablaban todos y discutían en un lenguaje que a mí me
resultaba extraño y cuando ya no sabía de qué estaban conversando mi amigo Abu
abd. Allah Muhammed el-Gahshigar giró hacia mí y dijo con el tono exacto con el
que se da consejo a un mulo: "Irás a la ciudad de Bagdad, liderando la
caravana de los fumadores de hachís. Una vez que hayas entrado en la ciudad,
buscarás al visir del sultán y con las más suaves y delicadas palabras que
consigas extraer de tu cerebro le dirás que solicitas una audiencia con su
dueño. Hecho esto y concedida la visita, entregarás al sultán esta carta
sellada en nombre mío y de estos caros señores. Si el resultado de tu embajada
es favorable, volverás a Alepo y te recibiremos con honores y festejos por
haber salvado de un mal año nuestra ciudad eterna. Como recompensa dejaré que
te cases con otras dos esclavas que sean de tu agrado, te daré un palacio que ensombrezca
por su gloria al mío y también te regalaré, ¡oh extranjero! una bolsa con
monedas de oro equivalente al peso de un tigre en edad madura." Y yo
contesté, según la tradición: "Oír es obedecer." Dos días más tarde
partía hacia Bagdad. La comitiva contaba con doscientos esclavos a mi mando y
el número precioso de tres mil fumadores de hachís reclutados sin esfuerzo por
la guardia civil y los eunucos del sultán. En la puerta de la ciudad di un
discurso que no voy a referir, aunque sus objetos principales fueron el éxodo y
la felicidad. La distancia hacia Bagdad era de unos mil kilómetros; calculé que
lograríamos hacer el viaje -teniendo en cuenta que los fumadores iban a pie -
en el decurso de dos meses. Durante la primera noche de campaña, para entender
a fondo a esos que estaban bajo mi mando, hice llamar a la tienda a través de
un secretario al más famoso de entre los fumadores de Siria, quien, según la
opinión encontrada de los doctos y los ignorantes, resultó estar en mi
caravana. Era un hombre joven pero de larga barba en forma de camaleón, y sus
ojos hablaban un idioma sublime que no se descifraba fácilmente. Arrodillándose
y quitándose un turbante del color de la serpiente, se presentó con estas
palabras: "Soy Ibn Al-kamai. Mi fuente es el bálsamo constante y mi tierra
la ciudad de Alepo, la mística, donde las mujeres se rinden a la gloria de Alá
y los hombres se ejercitan en la virtud y la constancia."
"Fumador", le dije, "te hice llamar por mis
vasallos en la quieta noche con el único objetivo de encomendarte mi
entrenamiento en el arte que los tuyos practican hace siglos. Es necesario que
sepas que viajaremos durante sesenta días con sus noches bordeando primero el
lago Thartar y descansando consecutivamente en las ciudades de Al Bukamal,
Subaykhan y Ar Raqqah. Abrevaremos por vez última en las livianas aguas del
Sabkhat Al Jabbul, favoreciendo con ese néctar de juventud nuestra ansiada
entrada en Bagdad. Pero mi temor es este: ¿tendrán los tuyos suficiente hachís
para abastecerse durante el tiempo que nos lleve la embajada?" Y Al-kamai
respondió: "Cada uno de los fumadores lleva consigo provisiones para
sostenerse durante un año con sus noches." "¿Es que no pueden"
pregunté, "abandonar ni un día esa actividad?" Y Al-kamai dijo en
tono grave: "No es recomendable. Zoroastro, el sabio, llamaba 'el buen
narcótico' a este caramelo que para mi tribu es sagrado. Cuando se está bajo
sus efectos, el tiempo circula en pliegos de satisfacción, la sangre obtiene su
templanza perdida, el cuerpo se dispone a los placeres locos y la pesadumbre de
la vida se convierte en dicha del presente. El olvido fecunda la mente con su
antigua fórmula y la memoria, esa valija de fuego, escapa aturdida por lo
volátil del milagro. Pero en ocasiones la dicha no es cosa alegre; aunque sean
escasos, existieron, existen y existirán casos de fumadores perdidos para
siempre en la ensoñación giróvaga; sus ojos devorados por las llamas dejaron de
ver y sus corazones mutaron en piedra y sus cuerpos, saqueados para siempre,
abandonaron lentamente nuestro mundo de circulares días y noches ¡Que así sea
para esas víctimas, porque su estrella y su final estuvo escrito desde siempre
por el sublime, el Soberano de los Tiempos: y quiera Alá que nunca se agote
sobre la tierra el nepente de mi devoción!" Con esas lúcidas palabras el
fumador demostró ser más sensato de lo que yo creía y ganándose así mi
confianza, comenzamos en ese mismo instante mi entrenamiento. Fumamos de su
larga pipa, mientras me hacía repetir con voz de ciervo "Achinaca Tulai,
Achinaca Tulai".
Cuando a la mañana siguiente quise escribir esta historia
con una aguja de oro en el ojo izquierdo de mi hermanita, desperté.
Desayuné según mi capricho durante una hora, me vestí con
mis mejores ropas y encendiendo un cigarro, partí rumbo a Alepo, ciudad de
nuestros sueños.” Al día de hoy no se registran comentarios de lectores en el
blogspot de X.
Historias
Extraordinarias
b) “Z. llega a un pueblo boliviano con un libro de
policiales bajo el brazo. Ese refugio del mundo no conoce los asesinatos, ni
los robos, ni los escándalos. Humanitariamente, Z. lee semanalmente esas
historias a los chicos y los ancianos del pueblo. Locos, fascinados, ellos
reciben los casos con voluntad caníbal. El paso de los meses hace que algunos
iniciados imiten las narraciones de Z. Comienzan los robos; se instalan las
comisarías. Comienzan los asesinatos; aparecen los primeros detectives.” De
esta forma argumentaba X. su tesis sobre los peligros de la escuela fantástica.
Delirios
orgánicos
1) F. imaginaba una sociedad en la que sus integrantes
enviasen como divertimento, al final del día, cada noche, un breve relato que
cifrara, en la medida en que un humano puede fingir el arte, las tareas o los
pensamientos de toda la jornada. Esa información era a su vez recibida por una
plataforma de libre acceso que los demás interesados podían consultar sin
filtros ¿F. pensaba en el fascismo? Las formas del relato podían ser tan
variadas como el que dice fotos repetidas, agudas grabaciones de un minuto,
videos de veinticinco segundos, textos de veinte páginas, recetas para destruir
un plato gourmet, partituras eruditas que recomendaban el silencio, tratados de
derecho que no leería nadie, instrucciones para sonarse la nariz, instrucciones
para agregarse otra nariz, meditaciones sobre el dolor o proyectos de nuevas
medicaciones. Generalmente muchos comenzaban con estos asuntos a la edad de
tres años y era común que a la hora de la muerte se hiciera una recopilación de
los trabajos de cada individuo y se presentase su Obra ante un auditorio real y
otro, generalmente más extenso, virtual y disperso. Esa forma de vida permitía
que cada uno meditara casi artísticamente sobre su situación, ofreciendo un
catálogo muy rico de la felicidad y la miseria humana.
Las popularidades eran necesariamente variadas. Había, para
consideración de F., buenos artistas cuyas recreaciones eran poco visitadas, y
había también, por el contrario, una cantidad enorme de simplistas y
embaucadores que concentraban gran cantidad de público, ofreciendo su
espectáculo mediocre a espectadores terriblemente confundidos que miraban todo,
siempre, con una duda un poco sincera y otro poco artificial.
Un concierto no necesitaba ya de un escenario, de una plaza,
de un bar o de un estadio gigantesco. Estimada la hora y el día exactos, un
grupo de músicos o de gente bien intencionada aunque no siempre seria –con esto
uno se refiere a que eran más estafadores que otra cosa- se reunían en un lugar
cualquiera –existen casos famosos de conciertos realizados desde plataformas
marinas, en teatros en los que no había un solo espectador o en playas remotas-
y realizaban un stream abierto al que podía asistir todo aquel que quisiera
siempre y cuando pagara un precio razonable -no vaya a ser que un artista deje
de ser recompensado.
Pero la cosa se puso oscura: empezaron los problemas cuando
el tiempo dedicado al relato superó, en algunos casos, el tiempo dedicado a la
vida real y la red comenzó a saturarse mientras que la vida real empezó a
quedar ociosa. Mayores complicaciones hubieron cuando los encargados de
sostener la red –dedicados básicamente al mantenimiento de los vínculos y la
ampliación del espacio virtual disponible-, hundidos hasta el fondo en la
compilación de sus vidas de pulpo, dejaron paulatinamente su trabajo y se
dedicaron a confeccionar, por separado, sus queridas obras.
No pasó un tiempo considerable hasta que, por ejemplo,
quedaron poquísimos zapateros. Pero lo que sí restaba era una cantidad enorme
de antiguos zapateros dedicados a la recreación cibernética del que antes había
sido su humilde oficio. Por dar otro ejemplo famoso: los policías se vieron
diezmados y prefirieron ejercer su trampa en las comodidades de la red. Los
robos y los asesinatos disminuyeron en gran medida. No fueron pocos los
anarquistas que celebraron este acontecimiento; tampoco fueron pocos los que se
dedicaron a atentar, por ejemplo, contra fotos de monumentos subidos a la red,
a intervenir imágenes de edificios públicos, a distribuir consignas por todo el
cibermundo con las técnicas más estilizadas según el arte de los crackers. La
legislación, extremadamente confusa al respecto, no tenía nada para decir al
respecto del violento accionar sobre un bien público virtual –la imagen de la
Casa de Gobierno o de un puente famoso, la grabación de un cruce de avenidas
respetable o un texto considerado inviolable. Sosteniendo su voluntad de
intervenir el mundo acorde a sus pensamientos, esos librepensadores tenían el
doble beneficio de actuar a su piacere y que esa ejecución no encontrase
repercusiones desagradables, al menos para ellos. Los sociólogos comenzaron a
experimentar con una versión del Sims compleja en grado sumo y según los
resultados obtenidos confeccionaban fórmulas que advertían y aconsejaban sobre
los modos correctos de ordenar la vida humana, explicando en detalle cómo
lograr dejar de lado tanto los fanatismos como las falsas convenciones. Los
antropólogos se dedicaron al estudio de su propia incertidumbre. Algunos
delirantes, ante la escasez de alimento –los distribuidores de bienes reales
eran pocos-, traicionaron a la biología y empezaron a alimentarse viendo videos
de verduras cocidas o por las bondades de la imagen de un banquete subido a la
web alguna vez por un cocinero vietnamita. Sospechosamente, los casos de
inanición fueron escasos. La gente suspiraba cuando veía el video de una cadena
montañosa y hasta se abrigaba acorde al momento sagrado. Comenzó a ser natural
que las familias vacacionaran frente a una pantalla durante quince o veinte
días, mirando fijamente la grabación de un mar inquieto.
Los manicomios quedaron vacíos y los locos prófugos, que
siempre tuvieron cierta reticencia para adaptarse al modus operandi de los
trabajadores normales, conquistaron las calles. Los psiquiatras más exquisitos,
alarmados por los hechos que de alguna manera desfavorecían su situación y
ponían en riesgo a toda la población sana, publicaban incansablemente
excelentes artículos sobre las causas de tan tremenda circunstancia y ofrecían
una lista inmejorable de soluciones a corto y mediano plazo.
El dolor y la felicidad pasaron también a ser virtuales y
con ellos el sexo y las conversaciones y los golpes y las torturas, las bromas,
los argumentos cínicos, los abrazos, los golpes bajos, las salutaciones, los
buenos y los malos momentos, las miradas esquivas, los encuentros fuertes, las
masturbaciones las anestesias, los venenos admirables los prescindibles, la
madurez y la ingenuidad meditada, todo quedó flotando ¡Hasta el misterio, la
música las reuniones de familia y el cosquilleo en la panza pasaron a existir
sólo en los eléctricos genes de nuestra ciberesfera!
Quienes con poco sentido común advirtieron de supuestos
problemas en el funcionamiento masivo de semejante vida fueron tachados de
disconformes, de negacionistas, de personajes nefastos y pesimistas. El número
de poetas que se suicidaron fue excesivo y sobre la Tierra, esa nación dispersa
y antológica, dedicada hacía siglos al mágico pero, hoy lo sabemos, inútil
trabajo de armonizar palabras para generar sensaciones vagas y poderosas, se
redujo a un puñado de desgraciados que sobrevivían por pura obstinación y que
veían en majestuoso silencio la graciosa pendiente por la que se nos filtraba
la Decadencia, ese monstruo que arrastra desde siempre a un mundo viejo y muy
enfermo.
2) Vida apócrifa de Franco Basaglia:
Este crío del mundo nació en una zona pobre de la ciudad de
Livorno. Hijo de una putana y un funcionario público que había liderado una de
las facciones fieles al finado Benito, pasó sus primeros años pateando una
pelota, colándose en el cineclub del populo y ganando algunas monedas por obra
de su ingenio infantil que lo llevó a fotocopiar el programa del cinema y a revenderlo
a un precio miserable como cuando decimos casi dos pedacitos de pan.
Su primer contacto con la locura lo tuvo de noche. Como su
madre trabajaba en el cuarto de al lado y lo obligaba a acostarse con tapones
en la oreja, completamente a oscuras, Basaglia desarrolló una capacidad
imaginativa notable, también una potencia delirante hipoacústica. Las manos que
freneticaban el cuerpo, los pies fríos, la cara en otra parte; una vieja que lo
sacudía y le gritaba y él que no escuchaba y bueno, trauma temprano: incendio
en el caserón, dos muertos, la madre y él a salvo, la vieja al manicomio.
Nunca conoció a su
padre, tampoco lo quiso, y fue su tío el que lo llevó, cuando tenía cinco años,
al Estadio Olímpico y después al hoyo del Matarazzo a comer pastas con una
salsa que pasaría a ser su favorita: Príncipe de Nápoli. Fue lúcido en la
escuela primaria y sus compañeros lo apodaron “El bestiario” por el catálogo de
caras que sabía poner durante los recreos para que todos se mataran de risa
pero de repente el espanto y mirá la nenita que se va a quejar con la maestra,
le tira del fin de la pollera y señala a Basaglia. El paso del tiempo hizo que
esas caras ya no divirtieran o asustaran a nadie y terminaron por aburrirlo a
él mismo. A los diez años su madre le anunció que tenía que olvidar el estudio
y ponerse la familia de dos al hombro. Fue entonces cuando se hizo ladrón de
bicicletas por un par de meses y conoció algunos lujos: la Coca-Cola, las
revistas porno, los condimentos. Mientras tanto, seguía yendo al cine tres
veces por semana.
Lo extraordinario
El historiador Graciani escribió hacia fines del año 2138:
“Fue una cosa común durante gran parte de los siglos XX y XXI que los Estados
de todo el mundo adoptaran esclavos bajo la apariencia de funcionarios públicos.
Como hicieran los esclavistas del mundo antiguo, el vínculo entre las partes
estaba rigurosamente definido en términos morales y jurídicos. La extensión de
derechos hacia el grupo esclavizado hizo que grandes porciones de la población
buscaran por motu propio esa posición. Esto se explica por la suma de
beneficios que el Estado les otorgaba y que comprendía salarios moderados,
cierto padrinazgo por parte del máximo ejecutor, niveles de ociosidad
aceptables dentro de un margen de trabajo preestablecido por contrato, un
contagio de embrutecimiento lo suficientemente elevado como para que no se
perciba lo miserable de la posición. Este proceso fue explicado por Basaglia
cuando postuló que “en las urbes hijas del de facto las fuerzas administrativas
comenzaron a ser más importantes que las fuerzas físicas para asegurar el
dominio del territorio y dar sentido a la extensión del aparato. El sistema de
impuestos, la escolarización, la reglamentación de convivencia y el código
penal avanzaron tanto sobre las mentes de los individuos que una sociedad que
no dispusiera de esas somnolencias fue considerada irreal, desmejorada o
desagradable.”
Javier
Modigliani - Palabras de medianoche
I
Miedo de salir de la cama, miedo de internarse en el mar,
miedo hasta de cruzar la calle. Miedo de tener hijos que da los miedos de
quedar infértil – y para siempre. Miedo de contagiarse del miedo del otro,
miedo de sobre-enamorarse, casi miedo de volverse insensible. Miedo de destruir
contra el miedo de crear todo miedo de filtrar:
lxs amigxs cuando el miedo a estar - solo. Miedo de ser el medio, el médium o el
mediano. Miedo de prostituirse, miedo de confeccionarse virginidades cada cinco
minutos. Miedo de morir, miedo de vivir, miedo de dormir. La estupidez que viaja
con alas de miedo hacia el libro que regala la ignorancia actualizada. Miedo de
cabalgarse una noche, miedo de drogar el “mi ego” doble, miedo de momificarse
entre las mamas. Miedo de gritar, miedo de hablar muy bajito o de masturbarse, miedo
de colocarse o de estilizarse. Miedo rey de todo, miedo dómine del mundo, miedo
de mirarse a los ojos, miedo de ser demasiado humano.
Odio de miedo. La caravana de los días del miedo
Promete nuevos amores de miedo.
II
Si soy todo cambio, ¿qué se yo del cambio?
Si soy todo vida, ¿qué se yo de la vida?
Si soy todo imagen, ¿qué se yo de las imágenes?
Pero,
Si el cambio es lo que dejamos atrás y lo que vemos del
futuro con la doble faz,
Y la vida es el prostituyente que nos paga con un saber a
viejo,
Y la imagen otra cualidad de nuestro oráculo sensible,
Entonces, ¿qué?
Si soy todo cambio, ¿qué se yo del cambio?
¿Qué me importan la metafísica, la filosofía, la
sensibilidad?
Despertarse es encontrarse durmiendo una siesta de
quinientos años,
Y eso nos sabe a tan poco,
Que ni siquiera dan ganas de volver a dormirse.
III
Soledad de andarme acompañado,
Música de descansar sobre el silencio.
Rostros de la divinidad que olvidan el reloj de las horas
perdidas.
IV
Trópico de los deseos,
Ecuador de las conformidades,
Imágenes de fuego consumidas por tu fu-ego.
Diálogo
-
“Destructor de Plato, hijo de la capacidad, de
la raza de leones nacidos en la jaula, poeta de la Naturaleza, cantame las
traiciones de la filosofía.”
-
“¡Nunca! Si las cantara sería yo el traidor,
y vos la filosofía.” .
La narración de la historia
Según la idea corriente, en el año 391 de nuestra era un
obispo mal llamado Teófilo mandó a quemar los 120.000 ejemplares de la
Biblioteca de Alejandría. A comienzos del año 2012 el FBI, una empresa
dependiente del gobierno de los Estados Unidos o el Buró Federal de
Investigaciones, ordenó el cierre de Megaupload, una página virtual que de ser
un edificio se ubicaría en el puesto 12º de los más visitados en el mundo y de
ser un país sería el octavo más poblado del globo. Su desaparición fue tan
fugaz como los efectos de una bomba atómica sobre una ciudad nipona – y sus
efectos igual de incomprobables- pero hasta hoy ningún penalista pudo
considerar aquel acto de magia internacional como un crimen de lesa humanidad.
En contra de teorías tan exageradas, ese
atentado contra la libre circulación de la información puede equipararse, según
el biólogo Max Ernst, con el apagón de cualquier mente educada entre los veinte
y los treinta años.
“El control de la información y el libre flujo nos prometen
de acá a trescientos años una nueva Edad Oscura, más tarde otro Renacimiento.
Pero la historia la hacen sólo los que suman sus manos para dar vuelta la
página”, decía D. mientras fumaba su quinto cigarrillo del alba.
Historias
Extraordinarias
h) Como la vida se convirtiera para él en un espectáculo
aburrido, G. les propuso a sus conocidos practicar orgías una vez por semana.
El método: los invitaba a su casa, convidaba a todos con
cabernet sauvignon, cerveza holandesa, marihuana cordobesa en pipa de agua,
cocaína según la vieja fórmula de Merk en cucharas de plata, revistas
sucedáneas, libros Kama Sutra.
Para que desaparezcan los temores que consumen siempre la
capacidad erótica, en la primera reunión G. recibió a todo el mundo
desnudo. Al principio dejó vagar a sus
invitados por los sillones de cuero, los sedujo para que apoyen sus labios
sobre las copas del cristal corrupto, los indujo a mojarse las manos en viejas
aguas higiénicas, les mostró los lechos, los cogió en el piso. El promedio de
orgasmos en las noches de jueves era de cuatro por persona.
Con el paso de los años G. empezó a cobrar la entrada a sus
orgías, que ya se habían hecho famosas. Cuando entró en los cincuenta convenció
a un científico amigo suyo para que juntos desarrollaran una máquina lectora de
sueños. Acabada la lujuria, G. conectaba a los practicantes a su máquina de
locos, y gracias a la inteligencia del aparato veía casi en primera persona el
común sueño de los onanistas.
A los sesenta había desarrollado un largo catálogo onírico. Comprobó
que los practicantes de orgías transforman su apetito sexual durante el sueño y
se provocan a sí mismos fascinaciones informáticas, aspiraciones naturales,
tramas inconclusas. Comprobó también que cada tantas lunas compartidas los
humanos no consiguen soñar lo mismo, y que bajo las influencias adecuadas no
hay persona que pueda resistirse a los ciclónicos placeres del mundo.
r) Según últimas informaciones del saqueo, el oro robado por
los embajadores del reino de España a la ciudad de Potosí durante los años
tempranos del colonialismo fue suficiente como para tender un puente de ese
metal maldito desde La Paz hasta Londres. El puente es hoy el avión o el viaje
de los bits que forman el correo electrónico.
No hay ignorancia que no sea calmada por el sueño, y eso que estamos
hechos de la misma materia que nuestros abuelos.
u) La seducción de lobas a través de la seda y de los caros
sedantes. La saturación de la sal viaje de los salvoconductos. La sibila que es
la maga y que es también la siesta mineral donde apoyamos la cabeza para
dormirnos de lo etéreo. La salud pública sobreexplotada por la bondad de los
sátiros. El silencio sacudido por los sabios en los salones de la Siria de
Parysatis. Los hijos de la Naturaleza amantes de los trucos de la informática. La
salud para la seducción, el deseo que él deseò.
Javier
Modigliani – Sobre las máscaras
Phantastica copula
Thou, the
reason.
Thou, the
beast.
Thou, far
country of delusion.
There´s no
such thing: comprehension.
For ye, my
eyes,
Energy is eternal delight.
Wild Track
Cansado de la bossanova metafísica, harto del rollo que no
se revela y hace cinco años nos ocupa un lugar pirado del bolsillo, fecundado
por la historia de las contratapas, no veo más del seno el cuenco la mano, no
quiero ya del cuerpo al cerebro:
la idea.
Delirios
Orgánicos
Voy a intentarlo otra vez, reformular
los juegos y tratar de disfrutarlos.
Dejar de ser imán del ocultismo, abrir
paso a la erótica constante.
Piero
della Francesca
¿Hay un suburbio por cada centro de los nervios?
¿De qué puertos náufraga la locura?
No: extinción del deseo.
No: carroza fílmica de la utopía.
La vida –toda- es una novela escrita en una lengua que –no-
comprendo.
Cantata
Abrazo hoy la vida. Monto cada una de sus partes, beso su
lugar revelado, la hago dar mil vueltas sobre este nuevo eje de cordura
–asociación lírica a punto de oxidarse. Respiro el humo, recuerdo. Exhalo y
colmo, la voluntad. Cabalgo la posibilidad de ser distante, de fugar al centro,
de fabricar puentes de agua durante el sueño.
Vivo del intervalo: soy el camino más corto entre yo mismo y
otro.
Historias Extraordinarias
Ñ) Sobre el flanco violento de la montaña un grupo de
mujeres dedican sus días a cuidar la cosecha de marihuana más grande del mundo.
Trabajan con regaderas de plata y agua que gira en el agua. Hacen crecer los
frutos del tiempo; viven en comunidad. Algunas son felices. Por las noches, en
reuniones donde la copula es phantastica y la conversación un divertimento, una
de esas mujeres graba frases cuya coherencia es poco asimilable. Dicen:
-¡Ay, hoy estoy tan contenta! Mis dedos parecen la trama de
la espuma
o
-Qué rico fumarse un caño mientras se acaricia con el cutis
la base del palo mayor; de la barca ver la paranoia, de mi deseo lo polimorfo.
Hoy soy más entregada que una golfa lúbrica. Y lo comería…lo comería.
Facebook ex
maquina
A qué criticar que todos vayan clickeando y clickeando y así
arrastrando la vida si voy yo-tecleando y tecleando y viendo de mí mismo la
palabra mecánica, la frase hecha, la articulación mediata. Todas las fotos la
foto de Facebook. Todos los comentarios el comentario de Facebook. Todas las
anestesias el despertador de Facebook. Todos los cansancios el trabajo de
Facebook.
Nuestra vida es eso: un álbum de fotos vigilado por los
otros.
Unas palabras para lo triste, otras para lo que ríe con
teclas de iris. El ritmo, los flashs y las frecuencias tecnópilas, los licores
fuertes, las anestesias para la triple neurosis. Aguafuerte de la semana: la
ropita limpia, el falso sofoque del rutinazgo, subir al moving público,
trabajar. Comentar a medianoche lo recién pasado mirando al recién futuro.
Dejarse llevar por la corriente magnética. Rebobinarnunca: la resistencia - es
la opulencia - del inseguro.
Me gusta, que no me gusta, me quiere, que no me quiere. Secuencia
de etiquetas -prostituyendo hasta el amor por lo que falta. Basta. O el silencio.
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